La expulsión de los moriscos






El nombre de "España es nuestra" refleja la gran variedad de culturas que han pasado por la Península Ibérica durante milenios (tartesios, iberos, cartagineses, romanos, visigodos…).

Durante el siglo XVII se llevó a cabo la expulsión de los moriscos, en el año 1609, por el rey Felipe III de España. Desahució a todo aquel que no besara el cristianismo.
Habría sido en el siglo XVI cuando a muchos moriscos se les impuso una nueva fe, fueron llamados "nuevos cristianos".  La Iglesia comete, pues, la injusticia de expulsar de sus tierras a los que la habían habitado durante ochocientos años.

La expulsión de los moriscos va mas allá, es en 1492 cuando Boabdil el Joven firma un acuerdo con los Reyes Católicos y pide la igualdad entre las tres culturas (cristiana, judía y musulmana). Aquel Tratado no se llevó a cabo hasta diez años después, el 14 de febrero de 1502 las leyes cristianas obligarían a los musulmanes a convertirse al cristianismo, bajo la amenaza de ser expulsados del Reino de Castilla.

La mayoría de la población al mudéjar era cristiana, y se unió a cristianos conversos llamados moriscos. Eso redujo las parroquias y obligó a construir iglesias. Los nuevos cristianos, sospechados por la iglesia en un pasado tuvieron muchos conflictos con la población cristiana.

La convivencia entre moriscos y cristianos, en el siglo XVI, era excelente, hasta que la Inquisición prohibió que aquellos "nuevos cristianos" conservaran sus antiguas tradiciones musulmanas. Serían tratados como herejes.
Fueron excomulgados por la poderosa Iglesia, esto motivó que, a comienzos del siglo XVII, Felipe III ordenara su expulsión de una península que les vio nacer y crecer.
La expulsión de los moriscos fue una tragedia monumental. Muchos perdieron sus casas, sus villas… y así zarparon hacia África en busca de un nuevo hogar y una nueva patria.


De su paso por nuestra península queda como testimonio muchos rasgos faciales, muchos signos en nuestra raza que perdurarán por los siglos.


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