Ritos mágicos funerarios en el Neolítico de la Península Ibérica
Hace más de 40.000 años la muerte estaba más integrada en la vida cotidiana (las tumbas, por ejemplo, estaban dentro de las viviendas) y esto multiplicó el número de cistas (tumbas, tanto colectivas como individuales halladas dentro de las viviendas), cuyo hallazgo es muy frecuente en los restos correspondientes a las culturas megalíticas.
En el Neolítico las personas enterraban a sus difuntos en dólmenes, bendiciéndoles con ajuares de gran valor, como espadas, hachas, estiletes, navajas y amuletos. El modo de enterramiento indica el estatus social de las familias, ya sean de alta y de baja ascendencia. Con los inicios del sedentarismo en la Edad del Bronce, empieza a haber una serie de cambios en los hábitos de sepultura en las familias de entonces.
Las acrópolis (la parte mas alta de las ciudades) comienzan a convertirse en necrópolis (cementerios) donde la vida y la muerte comparten un mismo suelo, y esto facilitó que muchas familias depositaran a sus difuntos dentro de sus moradas.
En época Argárica las cistas no fueron los únicos tipos de enterramiento del período del Bronce. Hay evidencias de huesos de niños encontrados en urnas. Las urnas, como los ataúdes modernos, servían para guardar los huesos. La mayoría de ellas eran aprovechadas para cadáveres infantiles. La población infantil tenia menos esperanza de existencia que un niño moderno.
Las cistas muestran los cadáveres en posición fetal y contienen todo los elementos esenciales de las tumbas tradicionales correspondientes a ese periodo.
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