EL CASTILLO DE PETRER EN EL IMPERIO ALMOHADE



Las primeras referencias históricas fechan la construcción del castillo a mediados del siglo XII, posteriormente a la derrota que los almohades habían sufrido en la Batalla de Huete (Cuenca) por las tropas cristianas de Fernando II  de Leon  en 1172. 

                             
                                          


Abu Yacub Yosuf I envió un ejército de exiliados murcianos a las zonas más estratégicas del valle del Vinalopó, y ordenó edificar los catillos de Elda, Villena, Biar, Sax, Monovar, etc. con el objetivo de fortalecer su expansión en Al Ándalus. Fortalezas y atalayas que fueron defendidas por las tropas almohades provenientes de las remotas tierras norteafricanas del Magreb y que lograron reocupar las poblaciones levantinas de Murcia, Alicante y Valencia, que fueron territorios fronterizos en Al Ándalus desde 1172 hasta 1243.        

                               


       
                                
                                           

La trágica muerte de Abu Yacub Yusuf en 1184 en la batalla de Santaren (Portugal) liderada por Fernando II de Leon y Sancho I de Portugal supuso el ascenso al poder  de su hijo Abu Yacub Yusuf Almansur, que heredó el imperio fundando por su abuelo Abd Al Mumin años atrás.     
                                                                               


En ese mismo periodo el imperio almohade entraría en su máxima prosperidad.        
                                          

La derrota de las Nava de Tolosa  impidió que los almohades lograran frenar las progresivas embestidas cristianas en Al Ándalus que acabaron con el dominio musulmán en la Península Ibérica en 1212.   



Con Fernando III el Santo empieza a gestarse una etapa de reconquista por todo Al Ándalus. A este rey, en su tiempo, se le comparó con Trajano.    






En  1243  Ibn Hud y el infante Alfonso X el Sabio firman el tratado de Alcaraz, convenio establecido en Al andalus por el que las noblezas musulmanas de Murcia y Alicante entregan algunas de sus rentas y fortalezas al reino castellano a cambio de que el monarca Alfonso conservara la religión y las costumbres islámicas. 






Con Alfonso X el Sabio se abriría una etapa de convivencia entre las tres culturas: musulmana, judía y cristiana. 








              
         


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